Artículo en colaboración con Nicolás Kardjian.
Luego de una poco intrincada disputa interna, Rick
Santorum da por finalizada su campaña electoral, batiendo por tierra el sueño
de ser el “mandamás” conservador. En ese
mismísimo instante, Mitt Romney se consagró como el ganador en este juego de
internas, devolviendo el oxígeno a los asesores partidarios que comenzaban a
preocuparse de cara a las elecciones
nacionales de Noviembre, dada la infranqueable insistencia del candidato por el
ultra-conservadurismo del tea party. De
aquí en más, lo cierto es que Romney deberá llevar adelante una estrategia
netamente conservadora, alejada de los valores radicalizados en la fe, o apuntando
al cambio, debiendo centrarse su campaña en su éxito empresarial aún en
contraposición al deterioro económico de los últimos años.
Sin embargo, toda disputa intra-partido deja secuelas
en esta suerte de mutación que sufren los candidatos, en el inevitable pasaje
de ser candidato de unos pocos, a transformarse en el candidato de una población
mayor. Los niveles de agregación de preferencia, hacen que los candidatos
comiencen a “sacar cuentas” de qué discursos ofrecer a la ciudadanía, teniendo en cuenta
las posturas o preferencias del bando contrario. Si realizáramos una especie de quiebre entre el Mitt ex-ante y ex-post primaria, afirmaríamos que el Romney de hoy, está mucho más
en consonancia con los valores republicanos que aquel que se presentaba como un
“conciliador” entre la tradición y la modernidad conservadora.
Dicha imagen no constituyó más que la forma de
plantarse frente a una férrea oposición tradicionalista representada por
Santorum, que atraía a cierta porción de su electorado (ciertamente el
electorado marginado de los centros urbanos y con menor formación educativa) revitalizando
los valores ultra-tradicionalistas provenientes de la escuela del té, forzando a todos aquellos contrincantes a
adoptarlos como una máxima republicana universal. Vaya si habrá sido ridículo
creer que un candidato adherente a tales principios, alguien que desprecia y
rechina sobre ciertas prácticas sociales realizadas por la mayoría de la
ciudadanía (como lo son los anticonceptivos, o las libertades frente a la
elección sexual), podría triunfar en una elección interna, mucho menos en una
elección a nivel nacional.
De todos modos, resulta mucho más ridículo haber
creído que los muchachos de “la obra” a través de su discípulo, se retirarían
de la contienda con las manos vacías: todo lo contrario. Santorum fue un neto
vencedor de principios. Instaló temas en el debate, forzó a que Romney tome
posturas en favor del conservadurismo a regañadientes, mostró sus quiebres
socializantes y lo obligó a redimirse de sus pecados, representados en su apoyo
a una reforma de la salud similar a la defendida por los demócratas por éste
entonces, y desarrollada por él mismo en su estado natal Massachussets. Con
todo esto, Santorum moldeó un nuevo Romney, quién al día de hoy deberá
respaldar el guiño conservador que aseguró el martes pasado en su primer
discurso como candidato por el Partido Republicano.
Al día de hoy, Romney pelea por convertirse en una
oposición real y creíble frente a Obama, por encima de que las encuestas
electorales y la lógica condenen radicalmente su chance. Sin embargo, la
encrucijada está planteada: seguir por el camino del conservadurismo
ridiculizante, estricto e intolerante pero asegurándose la fuerza de su
electorado, o exponer ciertas aperturas socializantes, a modo de atraer el voto demócrata
desilusionado con el empleo y la economía. La primera, aleja sus posibilidades de
aumentar su caudal electoral; la segunda, aleja gran parte de lo que podemos
considerar “su” electorado. La forma en que Mitt logre ajustar dicha sintonía
será la piedra angular de afianzar sus chances electorales y presentarse como
un candidato creíble a la hora de arrebatarle la re-elección a Barack. Si hay
algo de lo que pueden jactarse los republicanos como parte de su tradición, es
que la máquina de fabricar candidatos la han patentado, y que fuentes de
financiación sobran.
¿Timonazo?
Se avecinan de esta forma las elecciones
presidenciales en los Estados Unidos de América, con la puesta en jaque al
gobierno de Barack Obama por parte del Partido Republicano (PR), que a lo largo
de su mandato iniciado en 2008 ha sabido
imponer múltiples trabas a las reformas internas que pretendía llevar adelante
la administración Obama.
La experiencia reciente dicta que los demócratas al
frente de la Casa Blanca, no han sido devotos a la intervención política
exterior, aunque tampoco demasiado compasivos. En líneas generales simplemente
han prescindido o prestado menor atención a lo que ocurre fuera de su
territorio. Igualmente reiteramos, no son santos de ninguna devoción. Recordar
que el “benemérito” presidente Bill Clinton supo bombardear Irak como respuesta
a los avances de dicho régimen sobre territorios kuwaitíes por allá en los
ajetreados 1993, 94 y 96, años luego de la anterior intervención militar en
dicha área con motivo de la Guerra del Golfo.
Justamente la prescindencia intervencionista sería lo deseable a nivel
global. Nadie pide el compromiso de un país ajeno para resolver problemas
propios (bueno, quizás algunas naciones sí), pero tampoco nadie desea la
imposición externa de condiciones (sistemas de organización social)
hipotéticamente deseables por un colectivo foráneo; fuere por la vía que fuere,
ya sea política/democrática o como ha ocurrido últimamente,
armamentísticamente. Con la retirada de Santorum, la actual contienda política interna
ha llegado a su fin favoreciendo claramente a la figura de Mitt Romney.
Se consolidará por
tanto con bastante antelación a la prevista, la estrategia de ataque
masivo por parte del PR y sus dirigentes contra las políticas, dichos y
acciones de los representativos del Partido Demócrata (PD), especialmente su
actual cabecilla y jefe de gobierno, Barack Obama.
La carencia de alternativas creíbles, (léase Gingrich,
Paul, Perry, Huntsman y Bachmann) se fue traduciendo en sendas victorias de los
dos contendientes que más fuerza presentaban, hasta la reciente retirada. Sin embargo, dichas victorias se
concentraron fundamentalmente bajo el ala de Mitt el aristócrata, ese exitoso
empresario perteneciente a la más alta élite económica de la sociedad
americana. Romney es un miembro del club de los 27. Sí, nada más ni nada menos
que un individuo del 0,01% más acaudalado del país, rango en el que se ubican
las personas cuyos ingresos anuales superan la franja de los 27 millones de
dólares, en el caso de Romney los USD 45MM. ¿Celosos quienes escriben pensará
usted? Sí, porque con un año de eso nada más se cuelgan los botines para el
resto de la vida lo mismo pensando en las generaciones venideras, sin embargo
desilusionado y desesperanzado son los sentimientos que más recorren los cuerpos
de quienes escriben estas palabras luego de ser emanadas desde el cerebro.
Sin poder afirmar que la administración Obama haya
sido revolucionaria en el plano de las reformas sociales, raro sería creer y
esperar que ante una eventual presidencia del ex gobernador de Massachusetts las
cosas fueran a mejorar para la ya golpeada sociedad norteamericana. Los planes
sociales que ya fueron obstaculizados pueden ser desandados con facilidad por
un Congreso en que la mayoría descansa ya acurrucada en brazos del PR. En el
cuadrado amarillo juega al golf Romney. ¿Piensa Ud. que le va a importar que
pasa en el damero azul?
Basta con repasar las estadísticas de distribución del
ingreso para asombrarse con la disparidad existente (sin abogar por la
equidad). Se cumple a grandes rasgos la regla de Wilfredo Pareto que propone
una relación de 80/20, es decir, el quintil superior de la población controla
aproximandamente el 80% de los recursos de tan poderosa economía. Asústese, puede hacerlo, pues dicha relación suele verificarse en muchas economías...
Distribution
del Valor Neto y Riqueza Financiera en los EEUU, 1983-2007
|
Total Valor Neto
|
|||
Top 1 %
|
Sgte. 19 %
|
80 % Inferior
|
|
1983
|
33.8%
|
47.5%
|
18.7%
|
1989
|
37.4%
|
46.2%
|
16.5%
|
1992
|
37.2%
|
46.6%
|
16.2%
|
1995
|
38.5%
|
45.4%
|
16.1%
|
1998
|
38.1%
|
45.3%
|
16.6%
|
2001
|
33.4%
|
51.0%
|
15.6%
|
2004
|
34.3%
|
50.3%
|
15.3%
|
2007
|
34.6%
|
50.5%
|
15.0%
|
Riqueza Financiera
|
|||
Top 1 %
|
Sgte. 19 %
|
80 % Inferior
|
|
1983
|
42.9%
|
48.4%
|
8.7%
|
1989
|
46.9%
|
46.5%
|
6.6%
|
1992
|
45.6%
|
46.7%
|
7.7%
|
1995
|
47.2%
|
45.9%
|
7.0%
|
1998
|
47.3%
|
43.6%
|
9.1%
|
2001
|
39.7%
|
51.5%
|
8.7%
|
2004
|
42.2%
|
50.3%
|
7.5%
|
2007
|
42.7%
|
50.3%
|
7.0%
|
Fuente: “Wealth, Income, and Power by G. William
Domhoff”
Es así que la elección de este candidato puede
implicar varios virajes en el escenario económico y geopolítico internacional.
Ya se hizo referencia a que dicho precandidato pertenece al núcleo económico
más selecto del globo. Lo que asombra es que los individuos que han votado por
este “fenómeno económico”, dentro de sus motivaciones hayan incluido el exitoso
desempeño personal de su precandidato como factor clave para pensar en una
recuperación económica de la gigante aunque actualmente alicaída economía
estadounidense. Sin embargo, parecieran olvidar que pertenece a un círculo que
justamente menosprecia cualquier tipo de medida tendiente a favorecer a las
masas, sino que únicamente se moviliza en base al lucro asequible a través de
acciones clientelistas políticamente.
Otra consecuencia negativa, puede ser la escalada
armamentística nuevamente. En un mundo en que se pretende aislar al Irán de
Mahmud Ahmadinejad, en el que Kim
Jong-Un demuestra seguir los pasos de sus antecesores, tomando una posición
cada día más insolente, en el que la primavera Árabe parece continuar dando
coletazos de insurrección anti-dictatorial, no paran de surgir excusas para que
el congreso americano encuentre formas de derrochar dinero en causas inútiles
como la guerra, alegándose defensores de los valores democráticos universales,
y nadie mejor que un republicano que tenga que devolver muchos favores para
liderar tal cruzada, sobre todo cuando ésta beneficie económicamente a sus
amigotes a costa de las vidas de unos cuantos ladrillos del muro. En esta carrera
la tortuga Santorum se ha quedado sin piernas, y la liebre ya salió victoriosa
de la primera parada. Esperemos aparezca algún cazador en la temporada de
conejos previo al undécimo mes del año.
¿Está el planeta en este estado de convulsión
preparado para recibir y resistir otra presidencia del PR? Suponemos que nadie en su
sano juicio habría de quejarse si vienen cuatro años más de Obama pese a que
éste no sea ningún Boy Scout…
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