Ya desde los primeros segundos del show, Waters se encarga
de calmar la excitación generalizada con ambientes tenues. Un trompeteo
delicado acompaña al teatro negro. El público, en su mayoría parado sobre su
silla, comienza a avisar lo difícil que va a ser poder ver esto cómodo. De a
poco van cediendo y entendiendo que va a ser tanto para mirar, como para
escuchar. Hasta que el silbido sensual termina y explota “In The Flesh”. Son
ese trío de minuto en los que cambiarias ambos meñiques por algún ojo mas. Todo
es gigantesco, exuberante. El muro enorme, obra de pantalla de proyecciones.
Las luces te absorben la vista cuando se juntan con las explosiones que vienen
desde el escenario. El sonido 5.1 es la mejor calidad que vas a escuchar en tu
vida, un home theater tamaño estadio, inigualable. Un avión te zumba la cabeza
y se estrella contra los ladrillos. La banda suena compacta, no se mueven ni un
centímetro de las notas tocadas en las añejas grabaciones de “The Wall”. La voz
parece estar intacta, como si los años no hubieran pasado, o la mala vida no
hubiera hecho estragos. Pero solo parece, porque el cantante esta haciendo
playback.
BARRÈ LOS DETALLES Y ESCONDELOS AHÍ, ATRÁS DEL MURO
Los mensajes están presentes por todos lados y como le
sucede a cualquiera que elige pararse sobre un pedestal dogmático, se resbala,
pisa mal y cae al agujero sin fondo que es la contradicción. Es por lo menos
inquietante ver a alguien criticar a mentirosos, tan claro y tan fuerte y
arengar por su derrocada, al mismo tiempo que le miente a 50.000 personas
juntas, parándose en frente a un micrófono y moviendo la boca, pero sin decir
nada. Aceptemos si, que le es funcional al espectáculo y que no es tarea fácil
coordinar una banda sonando en vivo con una pista. Pero representa una daga en
el pecho para cualquiera que se sepa admirador de la música de Pink Floyd, o de
la música en si. Gilmour debe haber preguntado un par de veces cuando escucho
el rumor. Roger Waters hace playback desde el comienzo de la gira “The Wall” y
la razón es que su voz ya no le servia para cantar los temas del disco, que en
su mayoría fueron escritos por el. No es solamente eso. Los videos reproducidos
también son “falso vivo”. Mas de una vez te podes encontrar con el en el
escenario sosteniendo el micrófono con la mano derecha y en la pantalla agarrándolo
con la izquierda. Casi como una torpe coreografía.
El significado que intenta representar la obra sigue siendo
fuerte por si mismo y adornado con un montón de chiches gigantescos y fuegos de
artificios queda precioso. Lo seguiremos comprando con los dólares bien
ganados, pagados por nuestros patrones.
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