"LA IGLESIA"
Luego
de los desbundes del ultimo show, León había entrado en una etapa de miedo e
introspección, que lo llevó a abandonar la banda e internarse en una clínica de
rehabilitación por sus adicciones a la nicotina, la cocaína, las anfetaminas,
la cerveza negra bien fría, los pares de media a voluntad en el bondi y los
M&M amarillos entre otras. Fueron seis meses de sufrimiento y soledad para
el guitarrista más famoso que existía por esas épocas.
Lo primero que hizo luego de salir de la clínica del Dr. Cáñamo, fue ir
hasta la iglesia del barrio y anotarse en el coro. Si bien la música siempre había
estado presente en el proceso de desintoxicación, extrañaba aquella sensación
de sentirse parte de lo que estaba escuchando y confiaba en que ese era el
lugar adecuado para mantenerse alejado de las tentaciones. Tras dos meses de
ensayos, el ex guitarrista de Morbo ya se había convertido en el líder del coro
y tenia convencido al cura para hacer una actuación en vivo en la tarde del
domingo de pascuas.
Aquel día la iglesia había
duplicado el promedio de cristianos que venia teniendo en los últimos años, los
que estuvieron acompañados por un cortejo de más de doscientos adolescentes
peludos, vestidos con remeras de Morbo, jeans rotos y zapatillas gastadas. En
una pequeña habitación tras bambalinas, León calentaba su voz junto con la del
resto de los cantantes, cuando un murmullo lejano le robó la atención. Al
principio parecía una especie de zumbido de mosquito, pero enseguida fue
creciendo hasta tornarse ineludible. Fue ahí cuando decidió acercarse hasta el
improvisado escenario y husmear por entre las sabanas que hacían de telón. La
conexión espiritual con la música, la paz mental y el regocijo por la vuelta al
ruedo que buscaba con la petit demostración, de pronto habían sido suplantados
por un montón de mugrientos que mantricamente coreaban lo que parecía ser el
hit del momento:
“Que
alegría que alegría. Ole ole ola
Con
el Papa y unas monjas, nos vamo´ a enfiestar
Ya
copamo´ la iglesia, esto es un descontrol
Morbo
y el Vaticano un solo corazón”
Tres de los peludos se habían colado hasta el
altar y desde ahí agitaban sus brazos y golpeaban el concreto simulando un
tambor. Otros dos estaban parados sobre los bancos, uno en cada punta y sostenían
una pancarta que rezaba “El cerro presente. Por vos me crucifico y resucito a
los 2 días”. Un par mas, aprovechando las distracciones, entraron al cuarto del
cura y arrasaron con toda la sangre de cristo habida, para después
comercializarla con el resto de los rockeros. El “alemán”, jefe de la barra, recorría
la iglesia pasando por entre las gentes, sosteniendo un crucifijo boca abajo,
al grito de “La iglesia miente!!! No se dejen engañar!!! Yo fui a colegio católico”.
Al mismo tiempo, un último fanático, terminaba de colocar un cartón con forma
de flecha con la leyenda “Encienda su porro aquí”, apuntando hacia el candil.
Mientras tanto, en el cuartito del fondo, León estaba a dos pasadas de
crear un surco en la habitación. Su ansiedad era incontenible, estaba al borde
del colapso. Atormentado huyó hacia el confesionario, en donde no encontró
mejor idea que confesarse…
“Hola Dios. ¿En que andas? Antes que nada quiero pedirte disculpas por
el lío que arme en tu casa. Bua… teniendo en cuenta que tenes millones de casas
todas llenas de oro ni te deberías acordar de esta. Es como que un magnate
londinense se compre un chalé de veraneo en las Toscas. En fin… Te llamaba haber
si me das una manito. Me hablaron mucho de tu trabajo, la verdad tenes muy
buenas referencias, y ni bien salí de la rehabilitación pensé que acercarme a
tu mundo podía ser la solución a mis problemas. Pero ya ves que no. Parece que
me persiguen. Un año atrás podría haber dominado a estas masas como si fueran
mis mascotas, pero hoy no siento la misma seguridad. Ya no se si tengo lo
necesario. Por eso te pido por favor, que me ilumines con tus palabras, que me
regales un consejo. Querido amiguito Dios, por favor dame una señal”. En ese
preciso instante abrió sus ojos y reconoció ahí, justo al lado de sus codos,
una canasta repleta de hostias prontas para comulgar a los fieles. Sus pupilas
se dilataron y los ojos le empezaron a brillar como si una lamparita se hubiera
prendido dentro de su cabeza. Tomó un puñado de los blancos e insulsos
redondelitos y los apretó con todas sus fuerzas hasta dejarlos hechos polvo.
Armó tres líneas casi perfectas y se las
esnifó. “A tu salud amiguito” dijo antes de la tercera, ya sintiendo el pegue
de las dos anteriores.
El momento de salir a escena llegó. Invadido por la adrenalina tomó el
micrófono… “Buenas tardes Montevideo!!!”. Vomitó una metralleta de palabras que
todas juntas no significaban nada, para terminar explicando que iban a cantar
una versión del “Ave Maria” mucho menos gay que la de David Bisbal, intitulada
“Arde Maria”. El “alemán” codeaba al cura sentado en la primer fila mientras le
decía al oído “esto es rock padre, esto es rock”
jaja,muy bueno
ResponderEliminarme gusto! muy bueno! jajaja felicitaciones! Saludos
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